domingo, 1 de julio de 2012

Los reyes de Europa

Pocos minutos después del pitido final del partido Alemania-Italia, cuando la selección azzurra ya había eliminado a los germanos para citarse con España en la final de la Eurocopa, «Luis Enrique» era tendencia en la red social Twitter. Luis Enrique Martínez García, el dorsal 21 de la selección española aquella tarde del 9 de julio de 1994 durante el Mundial de EE.UU.


¿Recuerdan? Nos clasificamos para octavos después de dos empates y una victoria y a cuartos llegamos tras golear 3-0 a Suiza, en un equipo sin delanteros. Javier Clemente había inventado aquello del «falso nueve» que tantos quebraderos de cabeza nos da ahora... Y en cuartos nos tocó Italia. El partido estuvo más o menos reñido y se llegaba a los minutos finales con empate a uno. Pero, en el 87, y ya con 2-1 en el marcador, el árbitro no quiso ver el codazo de Tassotti a Luis Enrique dentro del área, lo que hubiera supuesto penalti y expulsión y, quién sabe, quizá forzar la prórroga. Antes de eso vino el fallo clamoroso de Julio Salinas solo ante el portero y el gol de Roberto Baggio regateando a Zubizarreta, pero la imagen para la historia fue la camiseta del jugador asturiano manchada de sangre y lágrimas. La sangre era toda suya, pero las lágrimas eran compartidas por todo un país. Yo tenía once años recién cumplidos. 


Comenzaba ahí el largo idilio de nuestra selección de fútbol con la mala suerte y las desgracias (la Eurocopa del 96, cayendo en cuartos y por penaltis; el gol en propia puerta de Zubizarreta ante Nigeria en el Mundial del 98; el penalti a las nubes que Raúl mandó en el último minuto, en la Euro de 2000, donde podríamos haber llegado a la prórroga contra Francia; las decisiones arbitrales del egipcio Al-Ghandour y su linier de Trinidad y Tobago en el Mundial de Corea y Japón en 2002; eliminados en primera ronda en la Eurocopa de Portugal 2004 y el repaso que nos dieron Zidane y los suyos en los octavos de final de Alemania 2006), hasta que, precisamente contra Italia, en aquella tanda de penaltis en la Eurocopa que celebraban Austria y Suiza en 2008, pudimos pasar de cuartos y luego ganar el trofeo.


Pero llevamos más de noventa años sin ganarle a Italia en partido oficial. Durante esta Eurocopa pudimos dejarla atrás, si hubiéramos pactado el empate a dos contra Croacia en el último partido de la fase de grupos. Nos pudo el orgullo patrio y las ansias de ganar, pero yo no me olvido de Luis Enrique... La vendetta no ha terminado, a pesar de que el propio jugador está cansado de que siempre se recurra a él cuando nos enfrentamos a los italianos. No importa.


Esta tarde le debemos una victoria a él, a Luis Enrique, a la historia, a la sangre derramada, al tabique nasal partido. Esta tarde hemos de ganarle a Italia en la final, y no por penaltis; ganarle bien, desplegando nuestro juego, para poner en equilibrio el mundo. Si es posible, 4-0 y en la primera parte, para no sufrir demasiado.


De la crisis ya hablaremos mañana. Esta noche toca volver a vaciar las calles para llevar en volandas a la Roja. Ya pudimos hace cuatro años, ya lo hicimos en Sudáfrica. La triple corona es posible. Esta noche volveremos a ser, aunque sea en fútbol, los reyes de Europa.

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