lunes, 18 de junio de 2012

El yogurlado no está maldito

Empieza el calor.

Bueno, realmente llevamos pasando calor varias semanas, pero es ahora, cuando las vacaciones están a la vuelta de la esquina, cuando los niños únicamente van a clase por las mañanas y las siestas se prolongan hasta que el sol comienza a descender, cuando mejor y más se disfruta. Piscinas a rebosar, la playa llena, puestos callejeros de helados, ferias y fiestas populares...

Y, desde hace un año o dos, la moda de las tiendas de yogur helado. Precisamente en mi Novelda natal han abierto una no hace mucho, Más Que Yogur, donde además de poder tomar cualquier producto de cafetería, se puede degustar riquísimo yogur helado sobre el que poner infinidad de toppings (chocolates diversos, gominolas, siropes, cereales...) hasta conseguir un resultado tan apetecible como este:



Pero después de quedar saciado, y todavía con el gusto frío y dulce en el paladar, me asalta la duda del filólogo. Defecto profesional, perdonen: a este tipo de establecimientos, ¿cómo deberíamos llamarlos? ¿Yogurterías? ¿Yogurerías? ¿Mejor una que otra? Veamos.

La RAE reconoce yogur abiertamente desde 1970, primera vez que esta palabra aparece en nuestro diccionario. Como se explica en la última edición, esta voz nos vino del francés yogourt que la tomó del turco yoğurt.



Entrada para yogur en el diccionario de 1970.

Es más, la Real Academia condena otras escrituras: el Diccionario Panhispánico de Dudas de 2005 nos advierte de que «deben evitarse las grafías yoghourt, yogourt, yoghurt y yogurt, poco acordes con el sistema gráfico español y que son las usadas en otras lenguas como el francés o el inglés».

Así, en este sentido ninguna duda: se dice y se escribe yogur. Por lo tanto, como derivado formado a partir de él, deberíamos decir yogurería, ¿no? Así se lo pregunté a la Fundéu y en esos mismos términos me respondieron: «El derivado adecuado acorde con la adaptación de las Academias sería yogurería, si bien es cierto que la más habitual es yogurtería».

Lógicamente, no siempre lo más habitual es lo más correcto. Y en cuestiones lingüísticas, no íbamos a ser menos.

Por lo tanto, tal y como suponía, es mejor decir y escribir yogurería, a pesar de que no estaría mal utilizar yogurtería. Aunque, ¿por qué el DRAE reconoce entonces yogurtera («aparato para elaborar yogures») y no prefiere yogurera? La primera mantiene la -t- etimológica y el grupo -rt-, «poco acordes con el sistema gráfico español», tal y como hemos leído antes.

Servidor, humildemente y desde el punto de vista filológico, prefiere, de un mismo lexema, construir todos los derivados. Y así tendríamos yogurera, yogurería y, aunque con sentido totalmente figurado, yogurín (esta voz ni siquiera la reconoce la RAE, a pesar de que es bastante común), todos siguiendo las reglas de creación de palabras en español.

Quizá en 2014, cuando la Real Academia edite la 23ª edición del Diccionario, conmemorando el tercer centenario de la institución, veamos muchos cambios e inclusiones, con la idea de que el DRAE vaya recogiendo la evolución y actualización de nuestra lengua. Aunque en este caso, a fin de cuentas, lo que importa es cómo esté el yogur helado (o, siguiendo también la norma de creación de acrónimos: yogurlado). Y donde yo lo tomo está impresionante.

Y no está maldito, como decían en un capítulo de Los Simpsons. Pasen buen día.


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