domingo, 10 de junio de 2012

¡Podemos! Y mañana también...


Hoy empieza la Eurocopa 2012 para España. Contra Italia. Casi nada. Los de mi generación recordamos a la selección azzurra por el codazo de Tassotti a Luis Enrique en el Mundial de EE.UU., aquel 9 de julio de 1994. Las lágrimas, la sangre sobre su camiseta blanca, la impotencia de ver que todo el mundo ha visto lo que ha pasado menos el árbitro. Todo un símbolo de la desgracia que se cernía sobre nuestra selección de fútbol: el gol en propia puerta de Zubizarreta contra Nigeria en Francia 98, aquel robo en cuartos de final contra Corea del Sur en el Mundial 2002, con un trío arbitral de Egipto, Trinidad y Tobago y Uganda, el repaso que nos dieron Zidane y los suyos en Alemania 2006...

Por fortuna, los más jóvenes (y todos los demás, claro está) recuerdan a Italia por los dos penaltis que paró Casillas en otra Eurocopa, la de 2008 en Austria-Suiza, la que nos hizo pasar por encima de la maldición de cuartos. Luego vino Rusia, el aperitivo perfecto ante la lección de fútbol que dieron los nuestros contra Alemania en la final. De nuevo las paradas de Casillas, la magia de Xavi e Iniesta, la fuerza de toda una selección. El empuje de todo un país acompañando el gol de Torres.

Hoy empieza su andadura España. Y esperemos que lleguen lo más lejos posible, que lleguen a la final y que la ganen, pero que no haga falta una prórroga como contra Holanda en el Mundial de Sudáfrica, que sea por cinco a cero y en la primera parte. Para no sufrir demasiado. Porque no estamos para muchos sustos. Está claro que así no se acabará la crisis. Ni se acabó ganando la Eurocopa ni se acabó ganando el Mundial. Ni siquiera se ha acabado con todas las victorias de Rafa Nadal en Roland Garros y de la selección española de baloncesto. No mezclemos deporte con política. No aprovechemos los triunfos de una selección deportiva o de un deportista individual para ondear la bandera de que somos el mejor país del mundo; no les demos a los Gasol, Llorente, Fernando Alonso, Jorge Lorenzo o Negredo la responsabilidad de sacar de la crisis a todo un país. Porque esa no es su tarea. Ellos tienen otra: meterse en el terreno de juego y hacer lo mejor posible su trabajo, contagiarnos esa alegría cuando el balón traspasa la línea de gol, la amargura de la caída tras el fallo, la emoción de la pelota volando hacia la canasta, la red vibrando decidiendo si el punto cae de un lado o del otro.

Ese es el trabajo del deportista. Y los responsables de sacarnos de la crisis no se vestirán de corto esta tarde. Es posible que estén en tribuna, invitados de honor, o en sus enormes y mullidos sillones de los palacios presidenciales de Alemania, España, Italia o Francia. Esperando que el triunfo de su selección amortigüe la dureza de la crisis, de los recortes, de las reformas, de las medidas de saneamiento de la banca, sabiendo que la ciudadanía también necesita de estas alegrías deportivas. Y las necesitamos, por supuesto. Pero el lunes volverá a ser lunes y la Bolsa seguirá dándonos sustos y la prima de riesgo seguirá oscilando a su antojo (o al antojo de unos cuantos) y el director del banco de turno se irá y se embolsará otra millonada, poniendo siempre sus intereses por delante del beneficio general.

Esta tarde eso no pasará. La gran mayoría de los españoles remaremos en la misma dirección, apoyaremos a esos once tíos que se dejarán la piel sobre el terreno de juego, nos quejaremos de los cambios, gritaremos aquello de «pero cómo has podido fallar eso, chaval», nos abrazaremos al de al lado con un gol de los nuestros. Y si es el cuatro a cero ante Italia, mejor que mejor. Todos remando en la misma dirección. Todos mirando por el bien de nuestra selección. Creyendo en ellos.

¿No podríamos hacer eso también el lunes por la mañana? ¿No podríamos dejar atrás el ego y la codicia y aprovechar todas nuestras energías para salir de esta crisis que ya se nos enquista sin que siempre parezca que se benefician los mismos? ¿No podríamos hacerlo? Pienso que sí. Y ahí no nos pueden ayudar demasiado los veintitrés de Vicente del Bosque.

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