jueves, 17 de noviembre de 2011

Cualquier lengua, nuestra lengua

En el mundo existen cientos y cientos de lenguas. En cualquier continente, habladas en ciudades o aldeas, por más o menos personas, todas representan un medio de comunicación, una forma de entenderse; una manera de entender la vida, en suma.

En el anexo final del libro de Lengua Castellana de 1º de ESO hay un sucinto monográfico sobre nuestra lengua: el español. Hablado por casi 440 millones de personas alrededor del mundo, «es la cuarta lengua con mayor peso demográfico del mundo. Es el idioma oficial de 21 países: España, diecinueve países americanos y Guinea Ecuatorial (África). También es lengua oficial en la República Árabe Saharaui Democrática. Además, existe una importante población hispanohablante en Filipinas y Estados Unidos (alrededor de 36 millones de personas)».

Luego pasa a describir qué es un dialecto y cuáles son los dialectos más importantes de nuestra lengua. Y antes de eso, el libro de texto explica lo que es una lengua («sistema lingüístico o código que emplea una comunidad para comunicarse, [que] tiene sus propias unidades y reglas gramaticales»), además de hacer una especificación que considero fundamental: «son lenguas, por ejemplo, el español, el catalán o el francés».

Como es sabido, en España conviven distintas lenguas, algunas de ellas oficiales también en sus respectivas regiones junto al español, como son el gallego, el euskera y el catalán (o valenciano). Existen otras lenguas en España, por supuesto, como el aranés, el asturleonés o el aragonés, que aunque no sean oficiales no por ello son menos importantes o dejan de estar reconocidas. Todas ellas son lenguas. Ninguna es dialecto del español, ninguna está por debajo de otra (al menos en teoría, claro).

Es fundamental, por lo tanto, que ya desde la escuela se enseñe a los más pequeños ese amor y respeto por todos los idiomas, se hablen donde se hablen, sea cual sea su número de hablantes o el país donde se usen. Es fundamental que aprendan a amar cualquier lengua como si fuera su propia lengua.

Por ello es necesario que aprendan esos conceptos básicos (por ejemplo, el español y el catalán son lenguas distintas, como lo son el quechua y el francés; el catalán y el valenciano son denominaciones distintas de una misma lengua, como pueda ser el español que hablamos en la península ibérica y el que se habla en Venezuela o Argentina, etc.).

Despolitizar este tema desde la escuela, mostrándoles la realidad lingüística (no solo de España sino del mundo), hará que crezcan amando todas las lenguas, respetándolas por igual, aunque esas lenguas únicamente se hablen en un solo país, aunque se hablen tan solo en una comunidad autónoma, a pesar de que solo la hablen cien personas en todo el mundo.

De ese modo, cuando crezcan, cuando esos niños y niñas de hoy sean los periodistas, los profesores, los escritores, los publicistas, los obreros, los conductores, los científicos, los albañiles, los políticos... del mañana, nos evitarán algunas de las situaciones que estamos viviendo actualmente.

Destaco dos ejemplos: el primero de ellos acerca de una campaña publicitaria que se puede escuchar en las radios y ver en las cadenas de televisión desde hace varios meses. Se trata del anuncio del cuponazo de los viernes de la ONCE, donde, con el reclamo de los 9 millones de euros que dan («mucha pasta») y sobre todo atendiendo al doble significado que tiene la palabra pasta (la primera, «masa hecha de una o diversas sustancias machacadas» y otra acepción, coloquial, referida al dinero), han elaborado una publicidad donde un supuesto italiano vende las bondades del cupón. Aquí tienen el anuncio en sí.



Cargado de errores gramaticales forzados en italiano, el anuncio no está ni en una lengua ni en otra y no se sabe si se trata de un español hablando italiano de forma incorrecta o de un italiano burlándose de su propia lengua, cayendo en ese tópico hollywoodiense de Italia = mafia. La lengua italiana se entiende perfectamente; salvo algunas palabras o expresiones, un hablante de italiano que se dirija a nosotros no muy deprisa es perfectamente entendible. Lo digo por experiencia propia: el año pasado estuve recibiendo clases de italiano en la Escuela de Idiomas y nuestra profesora siempre nos hablaba, en todo momento, usando la lengua de Petrarca. Respecto al anuncio de la ONCE, ¿tan difícil era conseguir un auténtico italiano o alguien español que supiera italiano, aunque sea básico? Imagino que no. El resultado, con esa mezcla absurda entre italiano y español, a lo spaguetti western o al modo del spanglish, me parece una burla, un chiste.


Por eso hay que demostrar más respeto por las lenguas. Y no solo demostrarlo, sino ejercerlo. Algo que desde las instituciones públicas ha de convertirse en toda una obligación moral y legal. En Novelda (Alicante), lugar donde la lengua valenciana ha tenido siempre un predominio lingüístico superior al del castellano, la Regidoria de Normalització Lingüística ha desaparecido prácticamente.


Subida al carro del ahorro y la austeridad que pregona pero no practica el nuevo equipo de gobierno, esta concejalía ha olvidado todos los puntos para los que fue creada, hace más de diez años, obviando sistemáticamente todos y cada uno de los puntos del reglamento de normalización lingüística del Ayuntamiento de Novelda (que pueden consultar aquí y que fue aprobado por unanimidad el Pleno municipal en marzo de 1991). En primer lugar, algo fundamental, y es que la Regidoria de Normalització nació para servir como eje transversal que implicara a las demás concejalías en el respeto, el uso y la promoción del valenciano. Eso, que se practicaba en el pasado, ha quedado hoy como una simple anécdota, mermando sus funciones a casi exclusivamente ofertar cursos (y para cubrir el expediente del concejal de turno). Lo más grave se vivió en la festividad del 9 d'Octubre, Dia del País Valencià (o Comunitat Valenciana, como quieran llamarlo, ambas válidas), donde la señora alcaldesa efectuó un discurso institucional en bilingüe, algo que nunca había pasado. Está claro que el castellano y el valenciano son oficiales, pero ese día «tocaba» leer (que no escribir, porque a la vista quedó que se lo acababan de imprimir) un discurso íntegro en valenciano. Se olvidaron del respeto por la lengua. Como también se «olvidaron» de imprimir la publicidad del concierto posterior al acto institucional en valenciano. Y también la del concierto de la banda de música de la tarde, aunque en esta ocasión la banda la envió en valenciano y el Ayuntamiento la tradujo al castellano, hecho que roza lo esperpéntico.


El nuevo equipo de gobierno, del Partido Popular, comenzó con mal pie la legislatura, traduciendo todos los papeles e instancias oficiales, los rótulos en folletos y cartelería... Donde se leía «Ajuntament de Novelda» ahora pone «Ayuntamiento de Novelda», como si molestara el valenciano.


Lo expliquen como lo expliquen, lo vendan como lo vendan, es falta de respeto por la lengua, por una lengua que, como el español, proviene del latín y tiene muchas raíces y formas comunes. (Eso lo vengo a decir cuando se excusan en que hay algunas personas que no entienden esa lengua.) No se puede entender esta actitud, salvo que sea parte de una estrategia pensada y buscada para limitar el uso del valenciano en la vida pública.


La última, sucedida hace unos días, a simple vista. En la primera entrada de Novelda, llegando de Madrid por la autovía, una vez que se entra en la ciudad, puede leerse un cartel anunciando las próximas fiestas navideñas. Pone «Felices Fiestas».




El año pasado, por estas mismas fechas, se instalaba una parecida que decía «Bones Festes», en valencià.

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