lunes, 30 de mayo de 2011

15-M: reflexión personal

Hace algunos días, una compañera de clase me preguntaba mi opinión acerca de los acampados en la madrileña Puerta del Sol y en otras plazas españolas de distintas ciudades. He pasado estas semanas leyendo blogs, artículos de opinión (de los acampados y de los que no lo estaban), frases en Twitter, accediendo a la información que aparecía en los medios de comunicación, etc. Conozco a gente que ha estado en acampadas de ciudades cercanas, en Alicante y en Elche. He leído buena parte de todo lo que ha venido publicándose en distintas plataformas y foros sobre el llamado Movimiento 15-M. Aun así, obviamente, no podré hacerme una idea completa, ya que no he vivido in situ tales acampadas.

En primer lugar, me gustaría decir que todas esas acampadas no pueden ni deben ser comparadas a las revueltas producidas durante los últimos meses en el norte de África, como al principio se nos quiso hacer ver. En esas naciones no hay una democracia real (ni siquiera algo que se le parezca), sus gobernantes llevan siéndolo décadas y han devenido en verdaderos tiranos, y cualquier atisbo de respeto por los Derechos Humanos no es más que un fútil espejismo.

Dicho esto, a los acampados no les faltan razones para hacerlo. Porque nuestra democracia es mejorable, nuestro sistema político es mejorable, y todo es mejorable, claro está, pero habríamos de hacer algo más que indignarnos para conseguir esa mejoría.

El 5 de mayo publiqué un artículo en el periódico provincial Diario Información. Su título era «Educando para el futuro» y lo pueden encontrar aquí, en mi página web. Hacia el final del escrito, decía:
Por ello, el librito de Stéphane Hessel, Indignaos, está teniendo tanto éxito. Vemos lo que ocurre en nuestra Comunidad Valenciana, en el Consell, en las Cortes Valencianas, en toda la Generalitat, en Canal 9, y nos indigna. Nos indigna de verdad. Dicen que la respuesta a ese libro es un rotundo «sublevaos», tal y como estamos viendo en los países del norte de África. Pero ¿qué conseguiríamos con la sublevación, con una revolución? ¿Un cambio? ¿A otro sistema de gobierno? ¿A un sistema sin gobierno?
Creo que la respuesta, tras la indignación, y sobre todo hablo de la juventud, es la de la implicación. Indignaos e implicaos. Tened conciencia política. Asumid una responsabilidad e intentad cambiar las cosas. Recuerden las palabras de Graham Bell: «Si vamos por los caminos que otros ya han recorrido, llegaremos como máximo a los lugares que ellos alcanzaron». Modifiquemos, pues, esos caminos. Quizá tengamos que empezar a cumplir y hacer cumplir la Declaración Universal de los Derechos Humanos a todos los niveles y en todos y cada uno de sus treinta artículos. Quizá tengamos que aprender a ser más solidarios y humanos. Quizá tengamos que escuchar a los demás en vez de a nosotros mismos.
Todavía queda mucho por recorrer. Pero si comenzamos a cambiar ahora, los más jóvenes crecerán en otro ambiente y, con total seguridad, cuando tengan que afrontar un compromiso político, lo harán desde la honradez, el respeto y la responsabilidad de tener en sus manos, como ahora nosotros lo tenemos, el futuro de toda una generación.

El Movimiento 15-M, durante esa semana previa a las Elecciones Municipales y Autonómicas del 22 de mayo, comenzó a hacer circular por Twitter el hashtag #novotes, refiriéndose a que era preciso un voto en blanco masivo o una alta abstención para lograr los objetivos de los acampados (a saber, por ejemplo, un cambio de la Ley Electoral, que los partidos mayoritarios habrían de hacer tras observar esa alta abstención).

Craso error.

Ni el voto en blanco, ni el voto nulo, ni siquiera una elevada abstención hubiera servido. Comprendido eso, el siguiente paso fue el hashtag #nolesvotes, referido esta vez a tres partidos en concreto: PSOE, PP y CiU, las tres formaciones que habían sacado adelante meses antes la Ley de Economía Sostenible (donde se incluye la conocida como Ley Sinde).

Volvían a salir a la luz los indignados por la aprobación de una Ley que regula las descargas ilegales de Internet, esta vez mezclados con los indignados por un sistema político al que consideran injusto y desproporcionado. En los dos casos, generalmente había detrás una masa de internautas que, a pesar de un plural que nos puede parecer enorme, únicamente representan a su exclusiva persona. Nada más y nada menos. Que comparten algo entre otras personas, por supuesto, pero no son la mayoría de internautas, como tampoco son la mayoría de los jóvenes españoles los que empezaron el Movimiento 15-M. [Sin ir más lejos, yo soy joven, soy internauta, además soy socio de la SGAE (tengo pendiente un artículo sobre la polémica Ley Sinde desde la óptica del creador), y no he salido a la calle a protestar o a acampar.]

Como vengo a decir en mi artículo, la indignación está muy bien, pero hay que acompañarla de actos, o de lo contrario todo habrá sido en vano. Y lo dice, vaya por delante, alguien que entiende y puede llegar a compartir algunas de las demandas que empiezan a salir de las distintas asambleas de Puerta del Sol.

Lo que estaba claro es que con una tasa de paro joven rondando el 40%, mucho tiempo ha tardado la sociedad en salir a la calle a exigir soluciones. ¿Por qué salieron precisamente a una semana de las elecciones? ¿Por qué no salieron hace muchos años, cuando el problema comenzaba a gestarse y nadie quería pararse a pensar en lo que vendría después? Ahora es muy fácil decirlo, claro está, pero aquí tienen un vídeo que lo ilustra muy bien.



Ese vídeo es la presentación animada del cómic Españistán, del humorista gráfico Aleix Saló. Un breve resumen de la Historia reciente de nuestro país, de cómo hemos llegado a la situación actual.

Volviendo al hoy, las elecciones pasaron, el Partido Popular barrió en toda España y los acampados siguieron en las plazas de la mayoría de ciudades de nuestra geografía. Nada había cambiado.

Con la táctica de votar a partidos pequeños o plataformas diferentes (como Ciudadanos en Blanco, en los lugares donde se presentasen), con la táctica de votar en blanco o en nulo (incluso dejando mensajes en alusión y referencia a los indignados del 15-M), el PP cubrió de azul el mapa político de España. Posiblemente, muchas de las personas acampadas no votaron, o votaron a partidos pequeños, o votaron a Izquierda Unida (que enseguida se apuntó las reivindicaciones que salían de las asambleas). Los indignados que no estaban acampados en ninguna parte, sino que seguían yendo a trabajar todos los días, no votaron al PSOE porque le hacían responsable de la crisis mundial (más aguda en nuestro país por esa burbuja inmobiliaria que nos contaba el vídeo), no votaron al PP porque lo consideraban «otro tanto»; así que igual votaron a otras formaciones más de «centro» o incluso no votaron. Quién sabe.

El caso es que el Partido Popular obtuvo la mayoría absoluta en la mayor parte de Comunidades Autónomas, en la mayor parte de los municipios. El Movimiento 15-M, tal y como todos creíamos (también la derecha), había dispersado el voto de la izquierda. La idea del «todos son iguales» caló profundamente.

Pero no todos son iguales.

Como se vio después de las elecciones, la derecha catalana (CiU) mandó a los Mossos d’Esquadra a disolver la acampada de Plaça Catalunya con la excusa de la limpieza y las medidas de seguridad para la Final de la Champions.



Incluso antes de las elecciones, el subdirector de informativos de Tele Madrid dijo que lo de los acampados de la Puerta del Sol se podía liquidar «con cuatro camiones».



Después de las elecciones, el ex terrorista y ahora tertuliano de Liberad Digital, Pío Moa, dijo que había que cargar contra ellos, «aunque hubiera muertos». Esperanza Aguirre también comenzó a cansarse de esas acampadas.

Había que actuar.

Había que disolver esas acampadas. Mientras duró la campaña electoral, eran buenas, porque ponían al Gobierno de Rodríguez Zapatero contra las cuerdas y aumentaba el margen de ganancia del PP. Después de las elecciones, esas mismas acampadas, esas mismas personas (jóvenes y no tan jóvenes) están ocupando la vía pública.

Pues no.

El mayor problema es que si una de las principales quejas de los acampados era que en España solo hubiera dos partidos (el famoso bipartidismo), ahora hemos pasado a un único partido: el monopartidisimo. Voltaire escribió: «una religión es opresión, dos son la guerra; muchas es la libertad». Ahora tenemos un mismo partido gobernando en la inmensa mayoría de comunidades autónomas. Ahora, el PP tiene carta blanca, otorgada por los ciudadanos que les votaron, para llevar a cabo cualquier tipo de medida, incluso la de pretender desalojar a golpe de porra unas pacíficas manifestaciones de libertad de expresión y opinión.

Este es el panorama político que hoy en día tenemos. Quizá no lo tendríamos si, en vez de votar con la rabia de la indignación, mucha gente hubiera votado pensándoselo dos veces. Como también decía el vídeo, de aquellos barros, estos lodos.

1 comentario:

  1. Dudo que el movimiento 15M haya creado el monopartidismo que dices ya que una gran mayoría se ha abstenido de votar y otro tanto ha votado en blanco (cosa que desde democracia real ya se pedía que no se hiciera, el mensaje de ellos era claro "vota a quien más te represente, pero vota"). Gracias a los medios de comunicación hay un 70% de la población (a mi parecer) que aún no sabe que es el 15M y que promueve y menos gente lo sabía el día de las elecciones así que a mi parecer el resultado del 22M se hubiese dado con o sin 15M. Incluso pienso, que si los medios de comunicación hubieran explicado de manera correcta el 15M la izquierda del país estaría en mejores condiciones ahora, pero como sólo se han dedicado a decir que eran cuatro perroflautas fumando porros nadie les ha tomado enserio. En fin, indignados estamos y actuando estamos, sobretodo actuando para que el mensaje se transmita al resto de sociedad y todos se conciencien un poco más.

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