Un neologismo es, como ya dice la etimología del término (neo, nuevo; logos, palabra), una voz de una lengua que es adoptada por otra lengua dada la imposibilidad o dificultad de encontrar un término propio. Del inglés proceden casi la totalidad de términos informáticos. Algunos, como pueda ser netbook, e-book o tablet van sustituyéndose por palabras nuevas creadas mediante sistemas propios (la prefijación en el caso de miniportátil para netbook), locuciones nominales (como en el calco libro electrónico, de electronic book, para e-book) o españolización, como tableta (aquí la RAE ya se ha pronunciado a favor de la adaptación cuando hablamos de ordenadores portátiles con tecnología táctil). Esto es, aún se puede oír y es perfectamente correcto escribir (en cursiva o entre comillas) los términos en el original inglés, si bien se recomienda emplear la adaptación española. De hecho, la misma palabra web es un neologismo, que la Academia trata de regularizar. El Panhispánico de dudas señala:
web. 1. Voz tomada del inglés web (‘red, malla’; pron. [guéb]), que se usa en español con los sentidos siguientes:
a) Como sustantivo femenino, escrito con mayúscula inicial, designa, por abreviación de la expresión inglesa World Wide Web, el servicio de Internet que permite acceder a la información que ofrece esta red mundial de comunicaciones: «La Web constituye el mercado más grande del mundo» (NProvincia [Arg.] 18.2.97). Con este sentido es preferible usar la palabra española Red, con mayúscula inicial por tratarse de una antonomasia: «En la Red es fácil buscar, lo difícil es encontrar» (Mundo [Esp.] 6.7.97)
b) Como adjetivo significa ‘de la Red o de Internet’. Se usa normalmente en la expresión página web, que significa ‘documento de la Red, al que se accede mediante enlaces de hipertexto’: «Otra página web servirá para cursar pedidos por correo electrónico» (Mundo [Esp.] 30.3.97); y, más frecuentemente, ‘conjunto de páginas conexas pertenecientes a una entidad o referidas a un mismo tema, al que se accede mediante una dirección electrónica’: «El Colegio Oficial de Médicos de Barcelona ha inaugurado recientemente una página web para facilitar el acceso directo a las fuentes de información» (Mundo [Esp.] 11.5.97). Pueden emplearse en su lugar, y son más recomendables, las denominaciones página electrónica y ciberpágina: «Cancún [...] contará con su propia página electrónica» (DYucatán [Méx.] 1.9.96); «La ciberpágina ha sido diseñada [...] con asesoramiento técnico especializado» (NEspaña@ [Esp.] 10.12.01). Para el último sentido indicado, se emplea también la expresión sitio web, traducción del inglés web site: «En el sitio web del Frente Atlético se encuentran las letras de las canciones» (Mundo [Esp.] 18.5.97). Se recomienda emplear, en su lugar, las expresiones sitio electrónico o cibersitio; también, si se refiere a una empresa o institución, sede electrónica o cibersede. Cuando este adjetivo se sustantiva, puede usarse en ambos géneros; en femenino (la web), si se sobrentiende el sustantivo femenino página: «Podemos visitar la web del Gobierno de Navarra» (DNavarra [Esp.] 5.5.99); en masculino (el web), si se sobrentiende el sustantivo masculino sitio: «La dirección de Skinemedia, el web de Vail Reese, es: http://www.skinema.com/» (Mundo [Esp.] 15.5.97).
El título de esta entrada vendría a reseñarse en la primera acepción.
Otros neologismos, como chat, ya están plenamente integrados. Y así lo expresa también el Diccionario panhispánico de dudas.
chat. Voz tomada del inglés chat (‘charla’), que significa ‘conversación entre personas conectadas a Internet, mediante el intercambio de mensajes electrónicos’ y, más frecuentemente, ‘servicio que permite mantener este tipo de conversación’. Es voz masculina y su plural es chats: «Los españoles se conectan a los chats una media de 6,3 días al mes» (Teknokultura [P. Rico] 8.01). Es anglicismo asentado y admisible, aunque se han propuesto sustitutos como cibercharla o ciberplática. Está igualmente asentado el uso del verbo derivado chatear, ‘mantener una conversación mediante el intercambio de mensajes electrónicos’.
Como dice el diccionario, de chat se ha derivado el verbo chatear, la acción chateo, etc. Una palabra plenamente incorporada a nuestra lengua, con un cortísimo recorrido: solo ha aparecido en el Diccionario panhispánico de dudas, aunque es muy probable que ya aparezca en la próxima edición del DRAE, prevista para 2013, conmemorando el tercer centenario de la Academia de la Lengua.
Y es que la Real Academia espera un mínimo de cinco años antes de incorporar una palabra al Diccionario. Hay muchos neologismos que ni siquiera entran debido a que realmente se trata de modas pasajeras, como pueda ser las palabra fistro, que aunque reconocida actualmente (no sé hasta qué punto) no deja de ser representativa de una época ya pasada. Es posible, incluso, que los nuevos hablantes del español (o aquellos que no hayan nacido en España) desconozcan su origen, en qué contexto usarlo y qué significa.
No sucede lo mismo con otros neologismos, llegados a nuestra lengua a través de la informática o la tecnología y, más en concreto, de las redes sociales. Igualmente, la RAE esperará algún tiempo antes de incorporar este tipo de palabras, ya que estas plataformas apenas tienen cinco o seis años de vida (la versión española de Facebook llegó en 2007, y la de Twitter en 2009). Sin embargo, han crecido muchísimo en número de usuarios y, por tanto, también han nacido palabras relacionadas con esas redes.
Por lo que respecta a la red social de microblogging, Twitter, la Fundación del Español Urgente recomienda adaptar la pronunciación a una grafía española. Y así nacerían palabras como tuitear, retuitear, tuit, tuitero, etc. Aunque seguiríamos escribiendo Twitter para referirnos al nombre de la red, ya que al ser marca registrada no podemos españolizarla. Aun así, a veces yo mismo he escrito Tuiter, adaptando la pronunciación al español, tal vez emulando la famosa anécdota de Miguel de Unamuno.
Asimismo, esta red social ha extendido el uso de otros extranjerismos, como trending topic, follower, hashtag… Veamos qué nos dice la Fundeu sobre esto:
En los medios de comunicación se emplea cada vez con más frecuencia la voz inglesa trending topic para referirse a las tendencias o a los temas del momento: «España no es el único país en el que la banda terrorista ETA se ha convertido en trending topic», «Operación Triunfo se cuela en los trending topic mundiales».
Sin embargo, se trata de un término inglés, propio de la red social Twitter, que debe escribirse en cursiva o entrecomillando, aunque es preferible utilizar en su lugar alternativas españolas como temas del momento, traducción de Twitter en su versión en español, tendencias, temas destacados o temas de moda.
Así, en los ejemplos anteriores hubiera sido más adecuado escribir: «España no es el único país en el que la banda terrorista ETA se ha convertido en el tema del momento», «Operación Triunfo se cuela en las tendencias mundiales».
Siguiendo esto, en lugar de follower tendríamos que emplear seguidor (de hecho, creo que esto ya es así) y en lugar de hashtag, etiqueta.
Más antiguos son los blogs. De mediados de los noventa, fueron (y lo siguen siendo) muy populares a partir de los primeros 2000. El término viene del inglés weblog y se considera acuñado por John Barger, el 17 de diciembre de 1997. La forma corta, blog, fue usada por vez primera por Peter Merholz, ya en 1999. No hace falta decir que recibe el nombre de blog aquellas páginas de Internet donde uno o varios autores escriben artículos o vivencias a modo de diario, apareciendo en primer lugar las más recientes, y ordenándose por fechas a las que poder acceder fácilmente o mediante «etiquetas», palabras clave por las que también podemos buscar entradas de ese blog.
Sin ir más lejos, esto que ustedes están leyendo es un blog.
Hay tantos estilos de blog como usuarios (blogueros); y así podemos encontrar blogs que son simplemente diarios personales (más o menos públicos), otros que mantienen una misma temática u otros que, firmados o escritos por varias personas, son ideas echadas al viento. A lo largo de todos estos años, los blogs se han ido extendiendo mucho y su diseño ha ido mejorando, facilitando, entre otras cosas, la interconexión con otras redes sociales, la posibilidad de «colgar» vídeos o música, hacer comentarios a las entradas para una mejor comunicación entre bloguero y lector, etc.
Esta palabra (blog) ha sido introducida en el Diccionario panhispánico de dudas, pero dirigiéndonos a bitácora, ya que el estilo de escritura de un blog puede tener semejanza con esos cuadernos en los que se apuntan sucesos diversos de la navegación. Así lo define el Diccionario, editado en 2005:
bitácora. ‘Armario, junto al timón, donde está la brújula’. Se emplea a menudo en la locución cuaderno de bitácora, ‘libro en que se apunta el rumbo, la velocidad, las maniobras y demás accidentes de la navegación’. A partir de esta expresión, se ha tomado la voz bitácora para traducir el término inglés weblog (de web + log (book); abreviado, blog), que significa ‘sitio electrónico personal, actualizado con mucha frecuencia, donde alguien escribe a modo de diario o sobre temas que despiertan su interés, y donde quedan recopilados asimismo los comentarios que esos textos suscitan en sus lectores’. La equivalencia (cuaderno de) bitácora se halla bastante difundida en español y traduce con precisión el término inglés log(book): «Los corresponsales de guerra italianos ofrecen nuevas perspectivas del conflicto iraquí a través de sus cuadernos de bitácora en Internet» (País [Esp.] 2.9.04); «No es cosa de broma esto de las bitácoras, como también se conoce a tales webs» (Luna [Esp.] 14.3.03). Para hacer más explícita su vinculación con Internet (como hace el inglés weblog), podría usarse el término ciberbitácora o, como ya hacen algunos, ciberdiario: «Como en otras ocasiones, no le quedó otra opción que publicar el hallazgo en su ciberdiario» (Mundo@ [Esp.] 25.4.02); no obstante, este último término tiene el inconveniente de que también se emplea como equivalente de periódico digital.
Personalmente, y dado que la palabra bloguero (escritor de un blog) está muy extendida en la actualidad, no veo la problemática de referirnos a este tipo de páginas como blogs. No tiene una ortografía complicada ni tampoco una pronunciación extraña para que un hispanohablante la pueda escribir y decir correctamente. De hecho, hay otras muchas palabras terminadas en -g en nuestra lengua, como bulldog, grog, gong, iceberg, zigzag, gag…, olvidándome de otras, como boomerang o camping en las que ya se recomienda una grafía españolizada. En el primer caso, búmeran (pronunciación en Argentina, México o Ecuador, cuyo plural, como ya dijimos, no varía al ser esdrújula: los búmeran) o bumerán (como se pronuncia en España y otras partes de América, con su plural en bumeranes); y en el segundo caso, campin, voz que propone el Diccionario panhispánico de dudas, con plural en cámpines, distinguiéndola de campamento, que se especifica para acampadas militares, juveniles o en aquellos lugares donde no haya infraestructura previa.
campin. Adaptación gráfica propuesta para la voz inglesa camping, ‘zona acotada en que está permitido acampar y que cuenta con diversas instalaciones y servicios’ y ‘actividad que consiste en acampar en este tipo de lugares’. Su plural debe ser cámpines. La voz campin se considera un anglicismo lícito, ya que el término español campamento, que podría funcionar como equivalente, se usa para referirse más específicamente al militar, al juvenil o al montado por cualquier persona o grupo de personas en lugar despoblado, sin infraestructura previa. Para referirse a la actividad, existe el equivalente español campismo: «Quienes decidan alargar su estancia en el país podrán disfrutar [...] de una de las opciones más naturales y atractivas: el campismo» (Granma [Cuba] 5.97); aunque es un término más genérico que campin, pues puede referirse también a la acampada libre. El adjetivo o sustantivo derivado es campista: «La temporada campista acostumbra a inaugurarse [...] por Semana Santa» (Vanguardia [Esp.] 27.3.94); «Duchas: Una por cada 60 campistas» (Ruiz Acampar [Esp. 1993]).
Todos esos plurales de palabras terminadas en -g, según la norma, hacen el plural en -s. Y así tendremos bulldogs, gongs, grogs, icebergs, zigzags, gags y blogs. No hay razón, pues, para que blog, voz que está plenamente instalada en nuestra lengua, sea sustituido por bitácora.
La lengua evoluciona. En un mundo globalizado donde los neologismos fluyen a golpe de clic, es lógico y normal que nuevas palabras surjan en nuestro idioma. Hemos de aceptarlas, españolizando o adaptando su pronunciación hasta donde podamos (caso de tuitear, tuitero o bloguero del inglés blogger), incorporando nuevas voces como traducción del original (temas destacados o tendencias para trending topic, o etiquetas para hashtag) y, por qué no, aceptando algunos extranjerismos que ya están incorporados en la lengua hablada y escrita (como pueda ser blog, ¿o es que acaso chat no es un extranjerismo?).
De ese modo, quizá dentro de poco, la RAE o la Fundeu acepten el neologismo feisbuquear (cuando alguien utiliza la red social Facebook), palabra que está siendo utilizada por los hablantes de español.
Yo siempre elijo españolizar las palabras anglosajonas y pronunciarlas, si se puede, según el idioma español.
ResponderEliminarPero nunca estuve segura si era un buen uso.
Aún así prefiero pronunciar ache-ese-be-ce en lugar de "eichesbici" y escribir "tuiter" en lugar de Twitter.
Por cierto ¿podrías contarme la anécdota de Unamuno?
Cuentan que Unamuno estaba dando una conferencia y, en algún momento, dijo "saquespeare", refiriéndose al dramaturgo inglés. Entre el patio de butacas se oyeron unas risas, alguien dijo cómo se pronunciaba en perfecto inglés y, entonces, Unamuno continuó su conferencia... ¡en inglés! No sé si la anécdota está confirmada por sus biógrafos, pero yo la he oído varias veces. Saludos, y gracias por comentar.
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