martes, 6 de septiembre de 2011

Participios y femeninos

Hace unos días me volvió a llegar. Al principio no le di importancia: lo leí por encima un par de veces y lo borré. Otro de esos correos en cadena en contra del Gobierno socialista, pensé, este además con temática lingüística. Sin embargo, la segunda vez que me enviaron el mensaje (¿o fue la tercera?) reflexioné algo más. Se trataba de un supuesto artículo (en otras versiones del correo en cadena se trataba de una carta al director publicada en un periódico) escrito por una supuesta maestra de escuela que narraba su experiencia educativa y, de paso, intentaba «explicar» algo de Gramática Española.Veamos lo que dice ese correo electrónico.


CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA, UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA

Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es «educación infantil», mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de «araña», la E de «elefante», la I de «iglesia» la O de «ojo» y la U de «uña». Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba El Parvulito, un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en El Parvulito no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.
En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos «tracas» o «matracas») Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de b en vez de v o cinco faltas de acentos, te suspendían.
En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía. Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda…
Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y... vamos con la Gramática.
En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es atacante; el de salir es saliente; el de cantar es cantante y el de existir, existente. ¿Cuál es el del verbo ser? Es ente, que significa «el que tiene entidad»; en definitiva, «el que es». Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación -nte.
Así, al que preside, se le llama presidente y nunca presidenta, independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.
De manera análoga, se dice «capilla ardiente», no ardienta; se dice «estudiante», no estudianta; se dice «independiente» y no independienta; «paciente», no pacienta; «dirigente», no dirigenta; «residente», no residenta. 
Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son periodistos), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace (sic) más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no ignorantas semovientas, aunque ocupen carteras ministeriales).
Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!
Si este asunto no te da igual, pásalo por ahí, a ver si le termina llegando a la ministra de Igual-da.
La primera parte es un repaso de la memoria educativa de parte de nuestro país (la mía propia, incluso), con unos libros de texto que eran realmente libros, plagados de lecturas y sin apenas dibujos o fotografías y unos profesores que bajaban puntos por faltas de ortografía. El motivo de que todo eso se haya perdido es otro tema. Cómo hemos llegado al punto de que el profesorado valore los contenidos pasando (un poco) por alto la ortografía igual es tan fácil de explicar si partimos del hecho de que si una tilde mal colocada bajara medio punto y una g en lugar de j bajara un punto, es muy probable que de una clase de veinticinco alumnos aprobaran tres. Y quizá con la nota raspada…

Pero vayamos al tema del participio activo. Dice textualmente la carta-artículo-correo electrónico, «en castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales». Pasando por alto el asunto de la denominación de nuestra lengua (español/castellano), ya muchas veces explicado en este mismo blog, la mitad del texto (escrito con la única idea de menospreciar la labor del desaparecido ministerio de Igualdad) está basado en una auténtica falacia, la cual, espero, haya sido producto de la ignorancia o el error.

Según la Nueva gramática de la lengua española, publicada por la RAE (última edición en 2009), en su tomo segundo, página 2.086, dentro del capítulo 27 referido a las formas no personales del verbo: gerundio y participio, dice claramente:

No existen en el español actual PARTICIPIOS DE PRESENTE, frente al italiano y otras lenguas romances, pero eran abundantes en el español antiguo, como se hizo: Vos santa sodes e temiente de Dios (San Vicente Ferrer, Sermones). Quedan, sin embargo, algunos restos fosilizados de su antiguo valor verbal, como son no obstante lo cual o Dios mediante, que tienen su origen en construcciones absolutas. Igualmente se percibe un resto verbal en la sintaxis del adjetivo distante, cuyo complemento cuantitativo en secuencias como un aeropuerto distante 60 kilómetros no resulta propio de un adjetivo. La actual preposición durante era un antiguo participio de presente, que conservaba sus propiedades verbales, tal como atestigua la concordancia de número.
En el caso de causante, procedente, proveniente y otros muchos adjetivos, la herencia del régimen verbal que ponen de manifiesto en su sintaxis (proveniente de allí) es compatible con las pautas sintácticas admitidas por el sistema lingüístico en la actualidad.
Es decir, en español únicamente existe el participio pasivo, pasado o de perfecto, y no los activos o de presente. Sí hay un gran número de sustantivos y adjetivos derivados con sufijación -nte que «mantienen la terminación de los antiguos participios de presente, aunque no siempre sus propiedades gramaticales». Obviamente, según la norma, «la mayor parte de los sustantivos de persona acabados en -e son comunes en cuanto al género. Cabe decir el detective y la detective». E, igualmente, el/la contable, el/la consorte, el/la conserje, el/la cómplice, el/la cónyuge, etc.

Sin embargo, otros sustantivos en -e admiten femeninos en -a. Por ejemplo, jefe/jefa, alcahuete/alcahueta, nene/nena, infante/infanta… Por otro lado, las voces duque, conde, alcalde, jeque y príncipe hacen su femenino en -esa, con la particularidad del par príncipe/princesa en lugar del antiguo principesa. También son sustantivos de una sola terminación muchos nombres de persona acabados en -nte, procedentes en gran parte de participios de presente latinos. Nos dice la Nueva gramática:

Cabe usarlos, por tanto, con modificadores masculinos o femeninos, como en He tenido {muchas estudiantes aplicadas ~ muchos estudiantes aplicados}; A los médicos no les gusta tratar a pacientes poco {sufridas ~ sufridos}. La misma alternancia se aplica entre otros, a estos sustantivos: agente, amante, aspirante, cantante, combatiente, concursante, delincuente, demandante, denunciante, descendiente, donante, drogodependiente, escribiente, garante, informante, manifestante, narcotraficante, penitente, pretendiente, remitente, representante, simpatizante, televidente, terrateniente, traficante, viajante, viandante.
En cambio, sí se dan algunas oposiciones -ante/-anta e -(i)ente/-(i)enta, «sin connotaciones o significados añadidos»: cliente/clienta; comediante/comedianta; congregante/congreganta; dependiente/dependienta; figurante/figuranta; intendente/intendenta; presidente/presidenta; sirviente/sirvienta. De modo que es correcto decir y escribir La presidenta de nuestro país nunca viaja al exterior.

Termina la supuesta maestra, autora del texto, con una ristra de sustantivos comunes en cuanto al género, como son los nombres de persona acabados en el sufijo -ista, que no varían. Una rarísima excepción es el sustantivo modista, «que generó la forma –anómala morfológicamente, pero ya extendida– modisto (varón), frente a modista (mujer)», palabra ya aceptada por el diccionario de la RAE. Debemos decir el/la pianista, el/la taxista, el/la paisajista, etc.

Igualmente, hay numerosos sustantivos de persona que designan cargos, títulos, empleos, profesiones y actividades diversas cuyo masculino es en -o y su femenino en -a. Muchos de ellos eran considerados antiguamente comunes en cuanto al género, pero en la actualidad las dos formas son perfectamente válidas: abogado/abogada, árbitro/árbitra, arquitecto/arquitecta, banquero/banquera, biólogo/bióloga, candidato/candidata, escribano/escribana, filólogo/filóloga, informático/informática, matemático/matemática, médico/médica, notario/notaria, quiosquero/quiosquera, síndico/síndica, torero/torera, veterinario/veterinaria...

Es más, llega a decir la Nueva gramática que «el hecho de que los sustantivos femeninos de persona que coinciden con nombres de ciencias, artes o disciplinas puedan dar lugar a dos interpretaciones no es óbice para que se recomiende su uso: física, informática, matemática, música, política, práctica (de un puerto), química, técnica. Se ha observado que algunos de estos sustantivos encuentran mayor resistencia que otros en su empleo como nombres de persona (Es música de profesión; Era una política de pura cepa)», pero son también perfectamente válidos esos femeninos. Incluso se acepta perita como femenino de perito, a pesar de la coincidencia con el diminutivo de pera.

Por otra parte, son muy escasos los masculinos en -o formados a partir de sustantivos originalmente femeninos en -a, pero existen: azafata/azafato, ama de casa/amo de casa.

Debería, a la hora de ponerse uno a divagar sobre cuestiones lingüísticas, tener un mínimo de conocimientos sobre la materia, sobre todo cuando el producto no es una simple opinión personal sino que pretende servir como modelo gramatical. Para más inri, ese producto después se envía a cientos de miles de correos electrónicos.

Es cierto que la ex ministra de Igualdad, Bibiana Aído, tuvo una desacertada intervención cuando se refirió a las miembras de la Comisión de Igualdad, pero no es más cierto que miembro, como afirma el Diccionario panhispánico de dudas, «normalmente se usa como epiceno [cuando un único género gramatical puede designar seres de uno y otro sexo: Luis es una víctima, Ana es una víctima] masculino, con independencia del sexo del referente, pero hoy se está extendiendo su empleo como sustantivo común en cuanto al género (el/la miembro); uso que se admite como válido cuando se desee hacer explícito el sexo del referente».



¿Es posible que de ese empleo actual como sustantivo común en cuanto al género (un/una miembro) pasemos, por contagio de otras palabras, a la aceptación del par miembro/miembra? Nadie lo sabe. En cualquier caso, cuando lo dijo Bibiana Aído era incorrecto. ¿Fueron necesarios todos los insultos y descalificaciones que recibió por ese lapsus lingüístico, incluso por parte de académicos de la lengua, como Arturo Pérez-Reverte, quien le dedicó un artículo en el que la llamaba 
«tonta y analfabeta»? Obviamente, no.

Y ahora, para finalizar, la pregunta, copiada de la que lanza la supuesta maestra del correo electrónico y que yo le devuelvo, es: ¿usted hace un mal uso de la lengua y tergiversa la realidad por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española?

1 comentario:

  1. Es muy interesante todo lo que comentas. Respondiendo a tu pregunta, probablemente sean ambas correctas.

    ResponderEliminar