domingo, 13 de marzo de 2011

La economía destructiva

El año pasado se estrenó Wall Street 2: El dinero nunca duerme, de Oliver Stone, continuación de la película de 1987. Ambas protagonizadas por Michael Douglas. En un momento, el personaje, Gordon Gekko, que ha salido de la cárcel por los actos que cometió durante la primera película, ha escrito un libro (entre autobiografía y autoayuda para brokers principiantes) y, durante una conferencia, se dirige al público existente diciendo:

Todos ustedes lo tienen muy difícil. Aún no lo saben, pero son la generación SITA: Sin Ingresos, sin Trabajo y sin Activos. Tienen muchas expectativas.
Alguien me recordó la otra noche que una vez dije que la codicia es buena; pues ahora parece que también es legal. Pero, amigos, es la codicia lo que hace que mi barman compre tres casas, que no puede pagar, sin tener el dinero. Y es la codicia lo que hace que tus padres refinancien una casa de 200.000 dólares por 250.000 y luego tomen los 50.000 restantes para ir de compras a un centro comercial. Compran un televisor de plasma, celulares, computadoras, un vehículo... y ¿por qué no una segunda casa? Ahora que podemos. Porque sabemos que los precios de las casas en Estados Unidos siempre suben, ¿no? Y es la codicia lo que hace que el gobierno de este país baje la tasa de interés a 1%, después del 11 de septiembre, para que todos vayan a comprar otra vez.
[Los bancos] tienen bonitos nombres para los millones de millones en créditos: CMO, CDO, SAB, ABS. Saben, creo que solo hay 75 personas en el mundo que saben lo que son. Pero les diré lo que son. Son ADM, Armas de Destrucción Masiva.
Mientras estuve ausente, parecía que esa codicia se iba fortaleciendo con un poco de envidia agregada… Los inversores de alto riesgo se iban a sus casas con 50 o 100 millones de dólares al año. Así que el señor banquero mira a su alrededor y dice: mi vida es muy aburrida. Entonces empieza a apalancar su interés desde 40 hasta 50 a 1 con tu dinero, no el suyo. Porque puede hacerlo. Se supone que tú deberías ganar, no ellos. Y lo mejor del trato… nadie es responsable. Porque todos siguen la misma receta.
El año pasado, damas y caballeros, el 40% de todas las ganancias corporativas en los Estados Unidos provino de los servicios financieros. No de la producción, ni de nada remotamente relacionado con las necesidades del pueblo estadounidense. La verdad es que todos somos parte de esto ahora. Bancos, consumidores que mueven el dinero en círculos. Tomamos un dólar, lo inflamos al máximo con esteroides y lo llamamos «apalancamiento». Yo lo llamo banca esteroidizada.
Antes se me consideraba uno de los tipos más hábiles en la banca. Y quizá estuve en prisión mucho tiempo, pero a veces es el único lugar para estar cuerdo. Mirar a través de las rejas y decir: ¡Oigan! ¿Están todos locos allá fuera? Es más obvio para aquellos que prestan más atención. La madre de todos los males es la especulación. La muerte apalancada. En otras palabras, endeudarse hasta el cuello. Y odio decirles esto, pero es un modelo de negocio de bancarrota. No funciona. Es infeccioso, es maligno y es global, como el cáncer. Es una enfermedad y tenemos que luchar contra ella, ¿cómo vamos a hacerlo? ¿cómo transformaremos esa enfermedad en beneficio nuestro? Se lo diré en tres palabras: ¡Compren mi libro!
No he conseguido un vídeo de ese discurso. Disculpen.

Ese discurso es el mejor ejemplo de cómo la economía destructiva ha terminado por eliminar cualquier estilo de vida idílica que las sociedades occidentales hubieran conseguida. Con esta crisis que aún vivimos hemos conseguido que las mentalidades cambien. O eso nos creemos, al menos.

Se oye decir que nada volverá a ser como antes. Sin embargo, ya hay voces que empiezan a rumorerar que tenemos que volver a endeudarnos, que se ha de invertir en la construcción en los niveles previos a la recesión... Esto es, que se ha de regresar a la especulación pura y dura. ¿Cómo podemos salir de la crisis cometiendo los mismos errores que nos llevaron a ella? En mi ciudad, el partido de la oposición se presenta a las próximas elecciones de mayo llevando como punto primero del programa la construcción de un polígono privado, anexo a un campo de golf y dos mil quinientas viviendas. ¿Esa va a ser la panacea que haga que Novelda, un municipio altamente relacionado con la industria marmolera y por extensión con la construcción, remonte el vuelo? Obviamente no. Rotundamente no.

Quizá a corto plazo permitirá que las empresas del sector tengan un trabajo que hacer, se contratará personal, lo que hará que los bancos concedan créditos hipotecarios para adquirir esas viviendas, la gente consumirá más... Pero luego, ¿qué? ¿Quién construirá los servicios necesarios para los habitantes de esas 2.500 casas? Cuando la burbuja inmobiliaria estalle por enésima vez, ¿qué haremos?

No podemos hacer política cortoplacista. Novelda tiene un retraso de suelo industrial de más de quince años (cuando el actual cartel electoral del Partido Popular noveldense obstruyó la construcción de un polígono público, fomentando la creación de polígonos privados de acceso prohibitivo para la inmensa mayoría de empresas). No podemos permitirnos caer en los mismos errores.

La economía no puede ser destructiva. Ha de ser sostenible.

Me encuentro estos días leyendo y releyendo un pequeño libro de Sulak Sivaraksa, La sabiduría de la sostenibilidad: economía budista para el siglo XXI (ed. Dharma, 2011). Ha sido todo un descubrimiento. Cuando lo finalice haré una exposición sobre el mismo, aunque tengo que decir que su brevedad no es comparable con todo lo que esconde entre sus páginas.

Gordon Gekko, en su discurso, dice que todas las soluciones se encuentran en su libro. A falta de poder leerlo, creo que la mejor exposición sobre cómo deberíamos afrontar el futuro a partir de esta crisis financiera, mundial, económica y de valores, es el libro de Sivaraksa. Si pueden, háganse con un ejemplar. No lo lamentarán. Se lo aseguro.

1 comentario:

  1. Pues no he leído ese libro, pero prometo tenerlo en cuenta.
    Muy bueno el análisis de Gekko y tu traspaso al plano municipal. Eres valiente mojándote en ese asunto así.
    La ceguera del corto plazo nos va a volver a afectar, y para entonces no habrán reservas que palien las consecuencias.
    Saludos.

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