viernes, 19 de noviembre de 2010

Descubrimientos

Adoro la música.

La música buena, valga la redundancia, puesto que todas las músicas son buenas, del lado del mundo de que provengan, el idioma en que se canten o los instrumentos que participen.

Creo que he escuchado música de casi todos los países del globo terráqueo y de casi cualquier época, ya sea presente o pasada. Es más, incluso muy pasada, pues recuerdo que, durante una conferencia sobre música en el antiguo Egipto que organizaba la Asociación de Egiptología ITERU de mi ciudad, la profesora que impartía la charla puso un CD con música egipcia interpretada con instrumentos fabricados a la manera de los habitantes del valle del Nilo, hace varios miles de años. Una música preciosa, todo hay que decirlo, que parecía adentrarte en las pirámides y hacerte respirar el ambiente de aquellos días.

Adoro la música y, por ello, me considero receptivo a toda música nueva que llega a mis oídos. Salvo contadísimas excepciones, relacionadas con antipatías hacia ciertos estilos de música (como el bakalao, por ejemplo), puedo escuchar de todo y mis oídos reciben con entusiasmo cualquier canción, tema, melodía o armonización que llegue hasta ellos.

El martes pasado tuvimos ocasión, en clase de italiano, de escuchar una canción de Jovanotti titulada «Tanto». La canción está bien, el videoclip es original, pero, sin embargo, algo me decía que detrás de ese tema (que ya tiene algunos años) tan repetitivo, encontraría la voz propia de uno de esos cantautores italianos perfectos en su estilo y en su técnica que, desde que conocí a Eros Ramazzotti, me apasinan.

No me equivocaba. Esa misma noche, buceando en Spotify, encontré un disco de Jovanotti del año 2007. Se titula Safari. El primer corte, «Fango», suena así:



La letra es preciosa. En el vídeo se puede ver la traducción al español. Llega a decir: «pero el único peligro que siento en realidad es llegar a no sentir nada», para rematar, en el estribillo, «yo sé que no estoy solo, ni siquiera cuando estoy solo».

Yo sé que no estoy solo, ni siquiera cuando estoy solo.

Fue un agradable descubrimiento. Desde entonces, habré escuchado esa canción decenas de veces, una tras otra, leyéndola sin parar, intentando cantarla en italiano (si mi voz es mala en español, cantando italiano roza cotas insospechadas...), escuchando cada acorde, cada melodía, cada suspiro de aire entre palabras.

Lo dicho: preciosa.

El mensaje es cierto. Nunca estamos solos. Incluso cuando, rodeados de la crítica ajena, nos vemos abocados a la soledad más absoluta, nunca estamos solos. Siempre hay una mano amiga cerca, siempre hay una palabra amable. Y si no la hay, siempre existirán aquellas canciones que nos acompañan muy en lo profundo de nuestro ser, que no hacen falta que suenen porque las tenemos almacenadas en el archivo infinito de nuestra memoria. Esta ya es una de ellas para mí.

Y sobre la soledad (o sobre la soledad que se deriva de la constante crítica), ningún problema. Recuerdo ahora las palabras de Javier Cercas en su artículo de El País Semanal del pasado domingo 14: «Deberíamos respetar a nuestros enemigos casi tanto como a nuestros amigos, porque los amigos nos estimulan a veces, pero los enemigos nos estimulan siempre, obligándonos a mantener alta la guardia para que no nos amarguen la vida». Sé que tengo muchos enemigos. La política tiene eso y, sobre todo, la política entendida como blanco o negro. (Ya hablé de ello en este mismo blog, analizando la posibilidad de que aún existieran dos Españas.) Por ser de un partido u otro, todo lo que se pueda pensar, proponer u organizar, va a estar mal visto o criticado por el otro sector. Sin miramientos.

Sin miramientos, pero ojo, sin ningún problema por mi parte, claro está. Hace poco se lo iba diciendo a varios amigos e, incluso, también lo dejé caer en mis clases: «Acostaos siempre con la conciencia tranquila y ganas de levantaros al día siguiente». Es lo fundamental.

Y es lógico y comprensible que no podamos gustarle a todo el mundo. Por eso, cuando la gente me dice que no entiende cómo el Ayuntamiento de Novelda tiene una Concejalía de Turismo y sigue asistiendo a la Feria Internacional de Turismo (FITUR) de Madrid, les comento que, en 2005, el presupuesto de Turismo era de 140.000 euros, y se gastaban 20.000 euros en una semana en la capital del reino. El actual presupuesto de Turismo, en 2010, es de 61.000 euros, y en FITUR nos gastamos tres mil euros. A eso hay que añadirle la creación, durante esta legislatura, de las Jornadas Gastronómicas, la Ruta del Tapeo, el Trofeo de Cocina con Azafrán, el Mes Dolç, el Foro de Turismo de Interior, las Jornadas Formativas de Turismo, la Fira del Raïm, la Festa del Xanxullo y un largo etcétera, campañas que vinieron a descubrirnos las amplias posibilidades que tenía el Turismo con mayúsculas (un turismo hecho con cabeza y aprovechándonos de nuestra riqueza como municipio). Se pasó del gasto por el gasto a una inversión exhaustiva en un turismo de calidad. Lo que está mal ahora, ¿no estaría peor hace unos años? ¿O es que la concepción de bueno y malo depende del partido político que esté en el gobierno? Si es así, siento tristeza por las personas que piensan de esa forma, puesto que están desperdiciando todo su poder de construcción y participación.

Ahora mismo estamos recogiendo los frutos de construir y crear toda una serie de actividades turísticas donde antes solo había viajes y gastos sobre gastos. Esperemos que cuando esas campañas se afiancen, unidas a otras promociones y con la Hoja de Ruta del Turismo elaborada, podamos decir que Novelda es 100% turística. Yo creo en eso.

Por desgracia, otros únicamente pretenden cubrir de humo nuestra labor, criticando el trabajo diario de técnicos y auxiliares en una concejalía que ha sufrido el recorte presupuestario más grande de su corta historia pero que nunca se ha rendido y ha seguido, como suele decirse, al pie del cañón. No en vano, todos aseguran que el sector turístico es uno de los pilares industriales que nos hará salir de la actual situación de crisis.

Pero hablábamos de descubrimientos. No quiero descubrirle a nadie las virtudes que tiene el turismo para una población. Los datos están ahí. Tendremos muchos enemigos, de acuerdo, personas que gustan de la crítica fácil y sin fundamento, incluso llegando a lindar con la mentira y el desprestigio personal hacia quienes formamos la Concejalía de Turismo de Novelda.

No pasa nada. Asumo las críticas y los insultos. Lo leí no hace mucho, no recuerdo en qué lugar: «si hablan de mí a mis espaldas es señal de que voy delante». Pues eso: seguiré acostándome con la conciencia tranquila, con ganas de levantarme al día siguiente y escuchando a diario buena música. Eso sí, espero que nunca llegue ese día de color gris oscuro casi negro en el que me levante sin sentir nada...

1 comentario:

  1. Te confieso que no conocía ni al autor ni, desde luego, el tema. Y Sergio... ¡ok!, me ha parecido una maravilla, una delicia para los oídos, una caricia armada sobre un mensaje y unas expresiones de un bello calado optimista.
    En cuanto al te ...xto escrito por ti, también me ha gustado, mucho. Has hecho una presentación acertada y acorde al tema. También aplaudo tu aplicación "simbólica", el traslado que haces del tema al mundo de la política en la que ejerces y en la que, a veces, te retuerces. Me parece acertado, oportuno, realista y de un optimismo ejemplar. Felicidades.
    Mi abrazos y gracias por "adecuar" el apartado de comentarios a los profanos en informática, como yo...

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