En cada cita electoral hay una jornada de reflexión. No es el día antes, claro está, cuando todos saben qué van a votar o, lo peor, ya saben que van a quedarse en casa o paseando por la ciudad sin acercarse a su colegio.
La jornada de reflexión no es el día antes, como decía, sino el de después.
Así que hoy, este lunes de frío nacional, es la jornada de reflexión para Cataluña. Para todos los catalanes y catalanas. Unos reflexionarán qué hicieron mal para no saber transmitir cuatro años de gestión. Otros deberán asimilar la victoria abultada. Y hay quienes, como UPyD, que ha sacado menos votos que Carmen de Mairena (la que prometía follódromos en todas las ciudades), deberán pensar cómo enderezan el rumbo para dejar de ir dando esos bandazos, esas subidas y bajadas constantes.
Es una lectura que se debe hacer de forma regional, en cualquier caso. Desde la distancia es fácil caer en generalismos erróneos y sin sentido. Extrapolar los resultados al Parlamento catalán como el anticipo de las futuras elecciones generales de 2012, tal y como ha hecho el Partido Popular en la figura de María Dolores de Cospedal (sí, la que tiene tres sueldos millonarios), es una forma de no querer reflexionar sobre ese exiguo 1,6% que han subido en votos, después de una campaña que, a pesar de lo que nos quieran vender, los aleja cada vez más del centro democrático de la esfera política y los sitúa muy próximos, terriblemente próximos, a la derecha más radical.
Y hablando de esa derecha radical, xenófoba y racista, también deberíamos reflexionar (todos, tanto en Cataluña como en el resto de España) si los 75.000 votos que ha recibido Josep Anglada son anecdóticos o muestra de una tendencia. Habría que reflexionar adónde irá a parar esa masa de votos en futuras elecciones que no cuenten con la participación de Plataforma per Catalunya... Habría que reflexionar y detener cuanto antes esa marea xenófoba que en tiempos de crisis parece planear a sus anchas sobre el ideario común. Y es que cuando no queremos admitir la culpa, resulta facilísimo echársela al que viene de fuera.
En cuanto al ya saliente Gobierno catalán, también deberán reflexionar. Y mucho. El PSOE a nivel nacional ya lo ha hecho: reconociendo la victoria de CiU y ofreciéndose a ayudar en lo que sea necesario. Es de humildes saber ganar, y de sensatos saber perder.
Sin embargo, no han sabido transmitir una gestión, la del tripartito, que todos los catalanes veían como positiva. Y a falta de una buena explicación, los electores, rechazando la propuesta para nada clara de la popular Sánchez Camacho, se han decantado por Artur Mas. Era una victoria que ya se sabía. Como también se entreveía la presencia de Laporta en el Parlament. Independentismo con dosis derechistas, pero vía libre al escaño y cuatro diputados.
Extrapolar esos resultados, como ya quieren hacer otros a niveles más cercanos, a lo que les puede pasar a todos los gobiernos de coalición en próximas elecciones es otra manera de leer erróneamente los resultados en una comunidad autónoma como anticipo y muestra de lo que pasará en un futuro en otros lugares. Es otra forma de esperar que el descenso de los demás sirva para maquillar la ineficacia, incoherencia y falta de discurso de uno mismo. O como decía ayer en su columna del Magazine Lucía Etxebarría: «nadie es más infeliz que el que sabe hacer infelices a los que le rodean».
En cualquier caso, hoy también hacemos frente a otra jornada de reflexión, esta ya a nivel nacional. Durante el día de hoy, y hasta las nueve de la noche, todos (o una buena parte de nosotros) reflexionaremos y haremos cábalas sobre el resultado del Barça-Madrid, el «clásico» de nuestro fútbol. Esperemos que sea un buen partido.
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