miércoles, 1 de diciembre de 2010

La dosis justa de humildad

Hace algunos años, la Concejalía de Turismo de mi ciudad era la hermana rica de las concejalías. Su presupuesto era de 140.000 euros, podía invertirse en carteritas de piel y neveras para botellas de vino como regalo de Navidad y podía acudirse a cuantas ferias hubiera en el panorama turístico de todo el mundo: Madrid, Barcelona, Torre Pacheco, Valladolid, Bilbao, Londres...

No había límites. Ni de expectativas de futuro ni de realidad económica. De ese modo, se gastaban 20.000 euros en una semana en Fitur (Feria Internacional del TURismo de Madrid). Y además, se gastaban sin ningún tipo de contemplaciones: tren (en primera clase) a Valencia para coger un vuelo (en primera clase) a Madrid, hoteles cinco estrellas, comidas y cenas en restaurantes de lujo junto a políticos (de primera clase), famosos o futbolistas (estos, lógicamente, también de 1ª), facturas de «refrescos» a las dos de la mañana (la sed institucional es lo que tiene...), facturas de periódicos y cafés, y un larguísimo etcétera.

Eso no ocurría únicamente cuando se iba a ferias del sector turístico (algunas de ellas, como la de Londres, dirigida escrupulosamente para tour-operadores, donde un municipio poco pintaba allí); eso no ocurría solo en las ferias: en la misma ciudad de Novelda se pasaban facturas de desayunos, almuerzos, por desplazamientos a los pueblos vecinos para acudir a entrevistas políticas...

Vamos, lo que la RAE reconoce como despilfarro en su primera acepción: «Gasto excesivo y superfluo».

Eso se puede debatir fácilmente desde el otro lado, obviamente. Nos pueden decir que era un época en la que los ingresos eran boyantes, la economía iba viento en popa y nadie se atrevía a vaticinar lo que nos auguraba a la vuelta de la esquina.

Pero entonces vino el estallido de la burbuja inmobiliaria en España, muchos ayuntamientos dejaron de ingresar lo que se ingresaba y las partidas presupuestarias tuvieron que, forzosamente, mermar.

En la actualidad, con un cambio de gobierno por en medio en Novelda, la partida que el Ayuntamiento destina a Turismo en su presupuesto es de 61.750 euros. Bastante menos que 140.000, como se puede apreciar.

El gasto del último Fitur al que tuve ocasión de ir fue de 3.110 euros, muy lejos también de los 20.000 euros con los que antes se despachaban la semana madrileña. Igualmente, servidor viaja en tren, duerme en hoteles y come en restaurantes, pero la diferencia de gasto es obvia y está ahí. Tampoco se me ocurriría pasar una factura de gasolina por un desplazamiento a un pueblo vecino (el más cercano está a cinco kilómetros), y más cuando acudo a una entrevista política. Y, por supuesto, ni mucho menos me atrevería a pasar una factura por un desayuno o un almuerzo. Mis desayunos, mis almuerzos y mi gasolina, todo eso me lo pago yo.

Lo contrario sería incumplir mi decencia personal, mis principios y la idea que tengo del dinero público. No se puede exprimir más una naranja cuando ya ha dejado caer la última gota. La excusa que unos ponen de que el dinero no es suyo para poder permitirse el lujo de gastar lo que ellos no harían con el propio, yo la veo justo al revés: como el dinero no es mío, sino de todos los ciudadanos de Novelda, soy totalmente escrupuloso con él.

Siguiendo esa línea de evitar cualquier tipo de gasto superfluo o innecesario, y apostando por la promoción gastronómica de nuestro municipio, hemos creado numerosas actividades durante esta legislatura (Jornadas Gastronómicas, Ruta del Tapeo, Trofeo de Cocina con Azafrán, campaña Cómete Novelda, campaña El mes dolç, fiestas benéficas como la Fira del Raïm o la Festa del Xanxullo, concursos, foros de turismo, jornadas formativas, etcétera, etcétera). Todas esas actividades y promociones han surgido donde únicamente había un erial. Ahora es trabajo de todos que se consoliden y sigan creciendo en aceptación, sin olvidar que no todo es eso, lógicamente; por ello, desde la Concejalía de Turismo, se está trabajando arduamente en la elaboración de un plan integral de turismo que, conociendo la realidad actual del sector, nos indique los caminos a seguir para continuar avanzando en un ámbito importantísimo para que España (y más concretamente mi ciudad, Novelda) pueda salir de la actual crisis económica con fuerza, optimismo y responsabilidad.

Digo esto porque no hace mucho tuve ocasión de toparme con una campaña que se está llevando a cabo desde el Partido Popular de Novelda (una formación cuyas últimas noticias son la «falta de democracia e información» internas). Dicha campaña venía a decir, con un total y completo uso del simplismo exponencial, que el actual equipo de gobierno (PSOE-Compromís) era chapuzas, dejado, ineficaz, mentiroso y malgastador.

De malgastar dinero no puedo hablar, porque no era yo quien dejaba que 20.000 euros se volatilizaran en una semana de estancia en Madrid. Ineficaz, desde luego que tampoco, puesto que todas las actividades y campañas que se han creado en la Concejalía de Turismo vienen a sumar y promocionar una labor indiscutible que el sector hostelero lleva a cabo. El éxito de tales campañas viene a demostrar que para nada eran o son una chapuza. De mentiras, pocas: los datos están ahí. Y sobre la dejadez prefiero no hablar: sigo levantándome con las mismas ganas de luchar por Novelda que las que tenía cuando prometí mi cargo como concejal, las que he tenido siempre.

Quizá es que haya formaciones que aún creen que la demagogia es la mejor manera de ganarse la confianza, el respeto y la valoración positiva de los ciudadanos. Tal vez donde unos vemos personas con personalidad y opiniones diversas (pero todas y todos respetables), otros ven electores potenciales.

En un caso o en otro, creo que con el desayuno, cuando uno se dispone a salir a la calle (y más tratándose de un cargo público), debe tomarse antes la dosis justa de humildad. Seguramente así nos iría mejor.

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