Cuando no se tiene un rumbo marcado, cuando se camina por inercia y sin dirección, sin destino, es fácil caer en vaguedades, es sencillo errar el paso y terminar, en un momento u otro, en una parte del camino que nos aleja del posible destino final.
Cuando se carece de un proyecto claro de futuro, es fácil pensar (diría incluso que es evidente pensar) que el presente va a ser una tortuosa ruta de piedras y angostos pasos por los que transcurrir.
Quizá eso también tenga sus ventajas, por supuesto. Y es que en ese continuo vivir al día, disfrutando de cada momento, podremos descubrir el placer de las cosas sencillas, paladearlas lentamente y continuar avanzando cuando nos plazca.
Según pienso, una cosa no elimina la otra, y siempre podremos disfrutar del día a día (es más, yo recomiendo disfrutar del día a día, de cada minuto y segundo de nuestra existencia; así se lo transmito a mis alumnos), pero teniendo más o menos claro hacia dónde se dirigen nuestros pasos.
Esta última opción es la más lógica cuando hablamos de personas que se dedican al ejercicio de lo público, sobre todo desde la responsabilidad que supone ser miembro de la Corporación Municipal de cualquiera de los ocho mil ayuntamientos de España. En esos casos, todos los concejales, cada uno desde la militancia de sus respectivos partidos pero teniendo claro que han de apartar sus diferencias porque lo totalmente importante es la ciudad en la que ejercen esa responsabilidad, han de llevar fijado en la brújula el destino al que quieren arribar.
Cuando prometí mi cargo como Concejal de Turismo, en 2007, yo lo tenía muy claro: se habría de eliminar esa filosofía de malgasto que había acampado a sus anchas en la Oficina de Turismo durante los años de bonanza económica y que, cosas de la acción-reacción, era una de las causantes de la deuda que actualmente arrastra el Ayuntamiento de Novelda. Ya lo he contado muchas veces: se llegaron a gastar 20.000 euros en FITUR, se pasaban dietas y desplazamientos por absolutamente todo (cafés, desayunos, bocadillos, periódicos, refrescos a altas horas de la madrugada...), se gastaban miles de euros por cabeza en teléfono móvil, y un largo y triste etcétera que, gracias a Dios, forma parte del pasado blanquinegro de la historia de nuestra ciudad.
Todo eso se cambió, por fortuna y por coherencia. No es coherente, no es moral, que una persona que tiene una responsabilidad pública hacia todos sus vecinos y vecinas se gaste 1.400 euros en teléfono móvil, dinero que pagábamos todos. No es coherente, no es moral, que los ciudadanos de mi municipio tengan que abonar un gasto en concepto de «refrescos varios» a las dos de la mañana. Es algo que todos los noveldenses sentían como un atropello y así lo hicieron notar en las urnas durante aquellas elecciones de mayo de 2007.
El cambio que se inició suponía un nuevo rumbo. Desde la Concejalía de Turismo se marcó el rumbo: se apostó como nunca se había hecho por un turismo de calidad, un turismo que comprendía nuestra Historia (con los yacimientos y el recinto amurullado de La Mola, con la única torre triangular de Europa), nuestra Cultura (con el rico y variado modernismo del que disponemos, la Semana Santa, el Casino...) y nuestras Fiestas (patronales y de moros y cristianos, dedicadas a Santa María Magdalena, y que se celebran hacia la tercera semana de julio), pero también nuestra Gastronomía. Por ello se creó y se fomentó la creación de innumerables actuaciones que llevaran a la promoción del sector turístico de la gastronomía: el Trofeo de Cocina con Azafrán, las Jornadas Gastronómicas, la Ruta del Tapeo y un larguísimo etcétera.
Este es el rumbo que llevamos, el rumbo que queremos darle a nuestra Novelda en términos de promoción turística. Este es nuestro proyecto.
La lástima es que la oposición no se quiera unir a esta constante promoción y publicidad de uno de los sectores económicos más importantes de nuestra ciudad. No pasa nada. Hay una frase que se le atribuye a Voltaire que dice: «No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».
Desde el PSOE de Novelda siempre defenderemos la existencia de multitud de opiniones y la libertad de expresarlas, y siempre lo haremos teniendo muy claro hacia dónde nos dirigimos y cuáles son las circunstancias de nuestro viaje.
Sin embargo, es triste asistir al hecho de que hay otros partidos que, a falta de un proyecto claro (solamente se les conoce uno: echar al PSOE de cualquier administración donde «usurpe» el poder a los únicos que de verdad están legitimados para ello), se dedican al revanchismo y la venganza personal (más propios del Oeste americano) como una manera de intentar tapar su propia nulidad.
Para ello emplean cuantos elementos estén en su mano (redes sociales, prensa, etc.), con la única intención de cubrir con fango un ímprobo trabajo realizado desde (hablo por mí, pero sin dudar para nada de ninguno de mis compañeros o compañeras) las concejalías que tengo el honor de dirigir, llegando incluso a tratar de derribar, con infamias e injurias, a las personas que llevamos a cabo tales responsabilidades.
Tampoco pasa nada. Cito de nuevo a Voltaire: no comparto lo que ellos dicen, pero defenderé hasta mi último aliento la libertad y el derecho para que lo digan.
Ahora bien, yo me pregunto: ¿es necesario llegar hasta ese punto? ¿A falta de un proyecto de futuro vale todo?
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