jueves, 30 de diciembre de 2010

El sueño del caracol

Ha sido una de esas cosas que pasan porque sí. Otro de los ejemplos del azar.

El cortometraje tiene algunos años, y seguramente me habrá llegado alguna vez en uno de esos correos electrónicos en cadena que tan poco me gustan y que acaban siempre en la papelera de reciclaje (la mayoría de las veces sin llegar a abrirlos...).

Esta ocasión no ha sido por correo electrónico. Es más, apenas recuerdo cómo he llegado a pinchar en el enlace que me llevaba a otro que a su vez llevaba a otro que a su vez... Bueno, ya me entienden...

El caso es que he visto el cortometraje. Su título, incomprensible hasta el completo visionado de las imágenes, ya es llamativo: El sueño del caracol.

Llamativo y poético. La película es una delicia. Véanla. Les dejo unos minutos en paz, en la calma absoluta que se merece(n). Apaguen la radio, bajen el volumen de Spotify, presten atención.



Quizá no sea casual el hecho de que haya visto por vez primera este cortometraje (con guión y dirección de Iván Sainz Pardo) el penúltimo día del año, justo cuando, ya lejanas las fiestas navideñas y su estresante consumismo exacerbado, acude a nosotros la nostalgia, nos visita la ternura. A mí esto me ocurre dos veces al año: una ahora y otra hacia mi cumpleaños, en julio, así que podríamos decir que tengo medio año de nostalgia recargable.

La nostalgia de El sueño del caracol es sobre el amor perdido, el amor inconfesable, el amor correspondido que se muere por culpa de la timidez de los amantes. Un amor apasionado al que no se le puede poner besos y caricias porque nadie se atreve a dar el primer paso. Un amor, también, que no conoce barreras porque no tiene límites.

¿Qué nos dice esa película? Que vivamos el presente. Una vuelta de tuerca más al manido carpe diem. No obstante, siempre pensamos en vivir ese presente cuando se nos ha escapado de los dedos. Eso, la fugacidad del tiempo y de la vida, está siempre ahí, claro está, pero parece que se haga más patente durante los cambios de año o nuestros aniversarios.

Vivamos, pues, el presente. Disfrutemos de cada segundo. Que nunca tengamos que lamentarnos de haber dejado escapar un segundo, un día, un año, una vida.

Feliz entrada de 2011 y mejor año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario