Hoy, 12 de octubre, celebramos la Fiesta Nacional de España. El Día de la Hispanidad. Celebramos que Cristóbal Colón, pensando que había encontrado una forma más sencilla de llegar a las Indias, alcanzó la tierras de la actual isla de Guanahani, en el archipiélago de las Bahamas, que el navegante llamó San Salvador.
He ahí cuando se produce el casual descubrimiento de América, terminología muy discutida últimamente. En realidad, no puede descubrirse algo de lo que no se tiene constancia (recordemos que no fue hasta 1507, ya muerto Colón, cuando el alemán Martin Waldseemüller presenta un mapa del mundo y el tratado Introducción a la cosmografía donde se menciona por vez primera el continente americano por ese nombre). En ese caso, el descubrimiento se dio cuando alguien se dio cuenta de que Cristóbal Colón había llegado realmente a unas tierras desconocidas para los europeos.
Igualmente, también puede referirse al hecho como el de una conquista, la conquista del indígena y su posterior colonización, palabras que personalmente considero impropias, ya que toda conquista y toda colonización supone, a la fuerza, un conquistado, un colonizado; a fin de cuentas, alguien cuya libertad se ve truncada en un momento dado por culpa de la llegada o aparición de otra persona que considera que su cultura o su posición social es más aventajada. Por ese motivo, tampoco me gusta cuando se refiere al hecho producido el 12 de octubre de 1492 como el descubrimiento del Nuevo Mundo. Ese Nuevo Mundo ya estaba habitado. El descubrimiento a ojos europeos de lo que se consideró como nuevo o exótico no es más que tratar de negar la existencia de otras razas o culturas completamente diferentes a la nuestra. Eso se puede explicar en el siglo XV, cuando el ser humano era el centro del universo y la Tierra creación divina para disfrute exclusivo de las personas blancas. Hoy en día, es negar la evidencia de la multiculturalidad. Y negar, de igual forma, que el día de hoy se celebra con igual o mayor intensidad en todos los países de América del Sur (con el nombre de Día de la Raza o Día de las Américas) y, también, en Estados Unidos (donde se le llama Día de Colón). En cualquier caso, tampoco me gusta la terminología de Día de la Raza, más que nada por haber múltiples razas inmersas e implicadas en el acontecimiento.
Prefiero el término de Encuentro entre dos culturas. Dos mundos que se encontraron esa madrugada del 11 al 12 de octubre de 1492. Dos culturas diferentes, condenadas a odiarse y a entenderse, que ha provocado que hoy en día haya 500 millones de hispanohablantes en el mundo, siendo el español la segunda lengua más hablada del mundo, únicamente superada por el chino mandarín.
Esa es realmente la Fiesta que debemos celebrar. La fiesta de la lengua española. Nuestra lengua.
Lejos de las celebraciones locales que tienen lugar en Zaragoza, donde la Virgen del Pilar es Patrona, este Día de la Hispanidad es una fiesta nacional que parece no calar demasiado entre los ciudadanos. Más bien pasa por ser un domingo cualquiera, este además con el debate a la hora de comer generado por el despliegue de nuestras Fuerzas Armadas en el consecuente desfile.
No obstante, hoy es el día en el que deberíamos celebrar el orgullo de poder pensar, escribir y soñar en español, tal y como también lo hacen buena parte de personas en Sudamérica. Alejándome del patriotismo rancio de nuestro pasado franquista, hoy, 12 de octubre, es la Fiesta de nuestra Hispanidad, una hispanidad que, aunque nos distinga culturalmente de nuestros hermanos de América, nos une gracias a una lengua común. Y la lengua, en vez de separar pueblos y crear conflictos, habría de ser elemento de cohesión y entendimiento entre naciones.
Esa es mi esperanza para el futuro.
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